Este trabajo presenta algunas hipótesis, desde una perspectiva crítica y decolonial, sobre qué es lo que debemos entender cuando el presidente estadounidense Barack Obama presenta la intención de su país de llevar a Cuba (y al resto del mundo) la democracia y los derechos humanos. Los métodos utilizados por Estados Unidos para lograr tal objetivo en la mayor de las Antillas han consistido —sobre todo en los últimos 56 años— en hacer justamente lo contrario de lo pregonado en los discursos oficiales: en nombre de la democracia y de los derechos humanos, se ha buscado imponer a Cuba un sistema político controlado por el mercado (y no por la gente) y se ha violado los derechos humanos más básicos de la población cubana. Primeramente, propongo una reflexión sobre el mito del “excepcionalismo” estadounidense, que “condena” ese país a encarnar, propagar y actuar en la defensa de los valores más nobles de la humanidad: la libertad, la democracia, el progreso, los derechos humanos, etc. En seguida, propongo un repaso del mecanismo filosófico-discursivo que permite a los Estados Unidos violar los derechos de los que se oponen a su lógica imperial, siempre en nombre de los mismos derechos humanos.